Madre soltera de perrita

Marta Serrano
6 min readMar 3, 2022

A Sofi no le gusta que me describa así durante las dos semanas y media que ella estuvo en Santiago sin nosotras, dice que ella estaba presente con llamadas y mensajes para ambas, y es cierto, y que yo no soy soltera. Igualmente, esta crónica no puede llamarse de otra manera.

1 Lo primero que tengo que decir de esta experiencia es que la crianza da mucho trabajo, mucho, muchísimo.

2 Lo segundo es que me disculpo públicamente con todos esos humanos de mascotas a los que he juzgado repetidamente por estar tan pendientes de su mascota, priorizarlo, comprarle todo tipo de juguetes, complementos, ropa, etc. Estoy haciendo todo eso. A veces, muchas, le digo a Frappé “mi amor”. A ese señor que nos cruzamos el día que estrenamos la mochila y que nos miró con esa cara enjuiciadora sólo le puedo decir: te entiendo.

3 Y lo tercero, es que también me disculpo con los humanos de otros bebés humanos, porque también les he juzgado mucho. Ahora que tengo una vida a mi cargo, salvando todas las distancias, me puedo imaginar un poco mejor lo suyo.

Estos días he estado pensando mucho en el día que nació mi sobrina, hoy hace precisamente 18 años, felicidades enana, ¡cómo pasa el tiempo! Y pensaba en eso porque me acuerdo perfectamente de la sensación que recorrió mi cuerpo el momento exacto en que la conocí. Es difícil de describir, pero fue como si mi cuerpo brotara burbujas de jabón y saliera una de mi corazón y yo me quedara dentro. Amor. Amor a primera vista, amor puro, amor bueno, amor automático, amor consciente. Yo nunca había sentido un amor tan intenso, y desde luego, no he sentido un amor de esa clase por nadie más. Cuando Paola tenía 5 meses yo me fui a estudiar a Madrid y me he perdido casi todo en estos 18 años.

una de mis fotos favoritas de Paola

Cuento sobre mi sobrina porque aunque en el caso de Frap no hubieron burbujas ni esa consciencia del flechazo, sí el amor fue automático y, salvando las distancias una vez más, puedo encontrar bastantes paralelismos.

Una vez una de mis hermanas me dijo una vez que tener un perro le había enseñado que era digna de recibir amor (o esa interpretación saqué yo). Esta afirmación suya me sirvió mucho durante muchos años, aunque yo no estuviera adoptando un perro.

El agosto pasado mi padre me recordó cuando murió Chucky, mi perrita, el 25 de diciembre de 1999. En su entierro le leí en voz alta una carta de despedida que le había escrito, le hablaba de lo que le iba a echar de menos, lo que había supuesto para mí, lo que le quería, que era mi mejor amiga… Mi padre y su amigo lloraron a mares. Yo no recordaba nada, ni la carta ni el entierro. El único recuerdo de ese momento es de una de mis tías diciéndome “es sólo un perro”. “Imbécil” pensé yo (y todavía lo pienso). Pensando ahora en eso, me doy cuenta que la de Chucky fue mi primera pérdida importante, vinieron otras dos muy fuertes los meses siguientes, pero sí. Ese día perdí a mi mejor amiga y mi único soporte, así lo sentía yo, en ese periodo de acoso escolar que esta viviendo.

A falta de foto, este dibujo que me ha mandado mi hermana

En mi casa, es decir, en casa de mis padres, siempre ha habido perros, mi madre dice que no le gustan los animales pero lo cierto es que la principal proveedora. Antes de Chucky estuvo Punco y después de ella fueron Tizas, Sauron, Robin… y ahora Luna y Tarzán. Cuando me fui a Madrid descarté la idea de tener uno por completo, no quiero tener un perro encerrado en casa todo el día esperándome para un poco de atención mutua.

Cuando me vine a Lima conviví primero con Vicente, un gato que bien podría pasar por perro; luego con Larita y los gatos Uki, Sandrita y Randín. Cuando me fui sola a un depa, me di cuenta de que realmente quería una mascota. Mi casera no me dejó, pero yo fantaseaba con Trilsen (un perrito de 3 patas que vi en una página de adopción). La semilla estaba plantada.

Y entonces llegó Frappé, tomamos un montón de decisiones, cambiamos de planes y nos mudamos a Santiago. Sofi se fue antes y yo me quedé con Frap. En esos 20 días hubo momentos para todos los gustos, algunos en los que me derretía de amor, otros en los que no podía ni verla; algunos en los que me reconfortaba la certeza de que, estando ella, nunca iba a estar sola, otro en los que ansiaba tener, aunque fuera, 10 segundos sola, no sé, poder ir al baño sin que se sentara en mi pie, ducharme sin verla llorando al otro lado del cristal, ir a por agua sin miedo a pisarla…

También hubo, hay, muchos momentos en los que ha hace una proeza, cuando aprende un truco por ejemplo, que te derrites un poco por dentro. O como cuando, me di una ducha con un baño floral que me había regalado Sofi por San Valentín (detalles de mujer, que dice mi amiga Pame). La cosa es que Frappé vio, sintió que estaba haciendo algo diferente, especial y me dio mi espacio. No vino a llorar a la puerta, se acercó cuando salí pero como vio que yo seguía a lo mío, se fue ella al baño, yo creo que a chupar ella también un poco de ese energía. Hasta que no tuvo claro que había acabado el ritual, no vino muy despacio a saludarme, ¿no es para comérsela a besos?

Una cosa que he aprendido gracias a esta experiencia de madre soltera de perrita es que las jornadas laborales no tienen ningún puto sentido. En mi caso, al trabajar en remoto y en equipo, mis días suelen ser una concatenación de llamadas y puedo estar tranquilamente las 8 horas conectada con una o varias personas. Tengo una compañera, Sofía, con la que hablo más en estos últimos meses que con mi Sofía, viviendo juntas.

Al tener las responsabilidad o necesidad de sacar a Frappé a pasear, de darle de comer, de prestarle atención, jugar con ella, darle cariño… me he dado cuenta que los trabajos que tenemos, son incompatibles con la vida. A ver, no es que no lo supiera, es más bien que no me parecía para tanto. Pero ahora veo que más allá del tiempo para cuidar a otro ser vivo, esto es incompatible para cuidarse a una misma. Ha habido días que no he bebido agua porque no me daba tiempo a ir buscarla, que estábamos tan metidas en algo que salir un segundo era perder el ritmo.

También me he dado cuenta, y esto es otra obviedad, que desde que Frappé llegó a nuestras vidas, paso más tiempo en la calle. Hay un estudio por ahí que leí una vez y decía que las personas que viven en ciudades grandes pasan entre el 80-90% de su tiempo en espacios cerrados. Y me pareció una auténtica barbaridad, pero también totalmente pausible. Y también han cambiado la forma de hacer otras muchas cosas. Por ejemplo, al llegar a Santiago, en lugar de buscar los principales atractivos turísticos, mi primera búsqueda fue de parques.

Confieso que, muchas veces desde que la adoptamos, me he preguntado quién me mandaría a mí meterme en semejante lío. Luego me descubro mirándola absorta durante minutos y siento que he encontrado una pieza que faltaba en el puzzle de mi camino.

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Marta Serrano

La vida es inexplicable. Para alguien como yo, eso es tremendamente irritante. Escribo para entender aunque a veces sea en vano. Ko-fi.com/diariosnomadas